escuchar la melodía de su corazón de fuego
hablarle íntimamente pues su vuelo de colibrí era su eterno compañero
preguntarle cuantos segundos precisaba para dejar de mimbrearse
y así su espíritu emigrar a las montañas donde tienen su nido las águilas
a las aguas de los ríos cristalinos que tanto amaba y añoraba
para dejar de sufrir por la soledad del ayer , del hoy y del mañana
por remembranzas mudadas en lagrimas que cual brisa iban y venían columpiándose por su cara
Interrogarle la razón de su compás salir corriendo a buscar morada
en unas letras en papel escritas, olvidadas en la oscuridad de un bolsillo, sobre la mesa de un bar en una terraza.
De perder el sentido por ver como el amor se aleja del alma y se pierde en la nada
El porque tenía que seguir siendo el el encargado de saludar y despedir a las emociones
que entraban y salían al hacerlas la razón resbalar, retroceder, al incógnito incitarlas
Continuando su camino royendo el silencio acelero el paso naciendo una sonrisa de su llanto
al comprender que por siempre serían amigos inseparables, intercambiando secretos en un sillón sentados, compartiendo los sueños en la misma cama
Hacer a ambos recordar al saborear el paladar cada gota de café, que entre el ayer y el hoy solo existe de por medio un pequeño paso
Abrazados los dos a la misma almohada que contiene la llave de la cerradura que girándola levemente abre la puerta donde se halla el tallo de jazmín que la hace sentir calidez entre unos brazos acunada, aunque el sol del medio día no calentara e invadiera de luz fría la estancia.
Su caminar era tan ligero que sus pasos en la acera siquiera se notaban, mientras al silencio iba invocando
Sin importarle que el aunque cansado quisiera seguir vida otorgandola, sin llegar a comprender el motivo la razón por el cual el seguía luchando a pesar de haber salido de las batallas mal herido, cual vara de mimbre zarandeado y pese a eso no haberse disciplinado
De seguir anhelando hallar el rostro por el cual el suspiraba a la ventana asomado cuando le iba a cantar al anochecer su dulce balada
De algún día unos versos de amor, le acaricien los latidos antes que el alma al fin conquiste su batalla y emigre royendo el silencio, a los parajes que ella tanto añora y ama .
Infinitas gracias querid@s amig@s por vuestro respeto y cariño.
ozna-ozna
EN EL SILENCIO TE DEJO,UN BESO DE TERNURA
ResponderEliminarSOR.CECILIA
En el silencio crecemos y escapamos, dejando atrás cuanto nos pesa en el alma.
ResponderEliminarUn beso