Oteé por encima del hombro del hombre
para no perder de vista
aquellos ojos grandes que parecían
querer escaparse de las cuencas
No eran herederos de títulos y fortuna
solo su brillo había sido moldeado
por los dioses del olimpo
haciendo que hasta cambiara
el eje de rotación de la tierra
Me acerqué y me senté junto a él en el suelo
A aquella hora de la mañana
la luz del sol se incorporó a nuestro mágico encuentro
Lo amaba, sentí por él un amor
nacido en el fondo de mis entrañas
Como si al fin la sangre hubiera encontrado el corazón
Sentí la necesidad irrefrenable de protegerlo
del dolor, el desamparo y el sufrimiento
Sentí ganas de llorar al pensar que ambos
habíamos estado unidos a otro cuerpo
por medio del cordón umbilical
Cuerpos de nuestra madre
que de la de él lo habían separado
y la mía ha tiempo que estaba muerta
De lo poco conscientes que somos
al no darnos cuenta de la fragilidad de los sentimientos
volátiles como el aroma de las rosas y las especias
De nuestro comportamiento avariento
a la hora de hacer notar a un amigo que no está solo
en malos momentos
El tiempo pareció detenerse unos instantes
como si quisiera tomar nota
de la emoción de aquel encuentro
Hoy mi rostro triste se trasforma
con la dulzura del recuerdo del brillo de sus ojos
El brillo de la vida sin restricciones impuestas
por derechos ni por deberes
Sin nudos que estrangulan de tradición
falsa moral, de religiones, cultos y sectas
Brillo que ahora se había vuelto tierra
y a mi me deja con la esperanza
que cuando llegue mi hora final
volveré a estar junto a él
cuando mi cuerpo también tierra se vuelva
Para mi Noel por sus quince años a mi lado
que día a día me enseñó el valor de la Amistad,
que pase lo que pase, jamás se debe perder
la ternura y la inocencia.
Los ojos son el punto donde mezclan alma y cuerpo
Friedrich Hebbel