La última luz de la tarde se posa como un suspiro
sobre los desnudos árboles por el desconsuelo derrotados
Sobre los caminos de piedra que por dentro la pena les late
Sobre aquella alma dolorida que la soledad es su acompañante
Quería, ¡ oh cómo quería !
Devolverles el eco del murmullo de los amantes
La ilusión de los cantos que recuerden a la infancia
Que unos brazos desovillen la soledad de aquella alma
Y en su súbito afán, la noche la sorprende descalza
Mientras, Cronos a su antojo
el mundo hace y deshace
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