y como tantas otras noches principió a conversar consigo misma
a escuchar el quebranto de su voz que hacía eco en el espejo de la salita .
Tratando inútilmente de hallar solución a los enigmas, al suspiro de la vida
A querer saber de cuantas notas se compone su armonía.
A hallar la respuesta de donde termina la verdad y comienza la mentira
Al porque el amor no puede ser visto, oído, olido, abarcado, ni aprehendido
Cual libro de texto o que maestro enseña a las aves migratorias danzar al compás del sol magnético
para regresar año tras año al arribar el invierno con promesa de amor en el pico a su abrigado y confortable nido
El porque pesan tanto los desengaños y las tristezas, los besos no concebidos, los sentimientos que no llegaron a escribirse en ninguna margarita.
Los instantes que de respirar no lograron y siguen insistiendo luciendo la misma chaquetilla
De lo que pudo haber sido y no fue por cobardía y la mente de ello no logra olvidarse pese a pedir clemencia al adjetivo del alba, al verbo del veranillo
Las huellas dactilares de los te quiero tatuados a fuego en el corazón que la piel cual niña al extrañarlos los llora noche y día
Los gestos de los adioses que el tic tac del reloj no logra desvanecer su aliento abatido
Los silencios encogidos, la soledad que de tenerla al lado sin buscarla
de ella se hace intima amiga y luego no se puede de su palpitar prescindir, sin llegar nunca a saber por ello la razón y el motivo
Precisando conocer las cosas que había que cambiar para que las honras fúnebres humanas fuesen como las de los elefantes que cuando fenece un miembro de la manada lo velan tres días seguidos protegiéndolo de las hienas y los buitres
Para estar la humanidad unida como los chimpancés con su danza conjunta guerrera de lluvia, manifestándose contra el dios de los relámpagos y la galerna invisible.
Para tener la fuerza e intensidad de los sentimientos de los perrinos que una pena los paraliza, que los desborda la alegría, que en su torrente de fidelidad no hay cabida para la envidia, el rencor, el odio, ni las heridas.
Para despertar al amor como los búhos que izan a la luz del sol sus alas y en lento vuelo rasante se acercan a su amada para proponerla con máxima galantería contar por la noche las estrellas que están sentadas coquetas en la túnica del cielo cristalino
Como los cisnes que extienden al máximo sus alas pecho contra pecho entonando eufonía mágica de trompeta sin precisar ir a ningún conservatorio parisino.
Como los pavos reales que embelesan a su doncella luciendo su abanico de plumas con todos los matices y nombradía del arco iris.
Infinitas gracias querid@s amig@s por vuestro respeto y cariño.
ozna-ozna
