chapoteaban en el agua cristalina del placentero río
iniciando con los helechos una amena conversación
pues para ellos era hierático amuleto escuchar su declamación
Porque aún sin saber cual era en la vida su cometido
se esforzaban en mostrar a los romeros el sendero
que dirige al paraje donde no existe rivalidad entre pueblos
ni el endiosamiento, ni la aflicción, ni el fariseismo
Liberado de la crueldad y el miedo que asfixia al alma
que amordaza su talento interpretativo, su tenaz latido
El día iba lentamente transcurriendo
y los rayos del sol expectantes miraban
como sus primas las arañas, su tela hilaban
revelando que en verdad eran excelsas artífices
confeccionando sus elaboradas almadrabas
en la libertad que mira al mar que no sabe de nombres ni apellidos
Haciendo mil y una virguerias para con sus chilabas
proteger la fragancia de la rosa, del jazmín, de la ipomea blanca
y no se extinguiera en el punto de las rocas más elevado
que al río bordean, meciendole en sus regazos con inmenso cariño
Esperando impacientes que la luna con su escolta concediera
el privilegio de hacer visible su silueta sensual femenina
por excelencia anacoreta, hechicera , musa del idilio
haciendo que no hubiera nada más estatuario
que verla descolgarse entre los brazos de los cirros.
que juraron un día escribir la historia de su delirio
Para comunicarla que pese a no ser aprendices
poco habían conseguido, para que la humanidad estuviera unida
para que se respetasen los sabios manuscritos que remisión solicitan
para que se atendiera al corazón con sus abombados y denodados latidos
y no quedara petrificado en el diseño antiguo de un reloj a vapor
sentado en un banco de madera de un jardín que no gusta de mimos
en la oscuridad crepuscular inexpresivo
que incomoda a la armonía de la inspiración
bajo los pliegues del bolero de la indiferencia, el desamor y la inquina
De improviso antes sus ojos surgió ella, ingenua,
vestida de seda, con su aroma a sándalo tan significativo.
Haciéndolos desear construir a su belleza
una amapola eterna entre las piedras del camino
Que por ella merece la pena combatir los demonios,
que moran en las profundidades sin color del aciago destino
abandonar la identidad del lucro y lo material
que hace exiliar al coraje y los sueños de los niños
ornados de suave y transparente algodón albino
Tallar su figura en un beso, en una gota de rocío que no sabe de olvido
Una y mil veces sentir el impulso de su nombre vocalizar con solmisación
de decirla que por ella rondan por las esquinas cual cantores de genero lírico
Oyéndose solo el gemido del viento; la luna extendió su azulado brillo
pasando erguida y vigilante al lado de los rayos del sol,
sin esta sospechar que aunque pasarán cientos de miles de años
la seguirán esperando sin saber realmente de su hechizo hacia ella los motivos
De sus deseos de llevarla a un lugar donde no halla leyes irrisorias, justicia no limpia
Donde por volver a gozar de su belleza, sin por no haber por ella nacido
por en ningún instante dejarla de adorar, ningún juez de paz por ello los condene al exilio
ozna-ozna
