Influenciada por la enseñoreada soledad, que las piedras de las casas desprendían.
Transgredí las reglas de mera observadora, para contextualizar bien sus tristezas, entretejiéndose en las gotas de lluvia
Sus fisuras por traición, repudio, herejía.
Para sentir su eterna espera a ser discernidas, en noches de vigilia, que como una gran culebra, ante ellas se arrastraban, turbando los contornos de sus fantasmas ancestrales, cada vez más imprecisos.
A que no siga siendo afásico, su reclamo a la justicia.
Me despedí de ellas con lagrimas en los ojos, y deseando, que más tarde o más temprano, un vate suficientemente loco, un melómano con espíritu libre, se detenga a escucharlas, y penetren en sus entrañas, como penetraron en las mías.
Y no prometan, pero si que se comprometan a que su reclamo, sea en letras, en alegorías, o en arpegios, leída y escuchada sin filtros.
Y así poner fin, a que el odio, la violencia y la barbarie, en la historia, una y otra vez se repita
Necesario. Siempre muy profundo tu decir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias querida amiga por dejar tu bella huella en la morada de mis letras.
ResponderEliminarBesinos miles