Cuándo era niña, su padre había llevado la escultura a casa
Ignorando su procedencia
Si de la antigua Cicilia
O si por manos de hechiceras tallada, recorriendo grandes distancias
Sin recordar como, la niña empezó a llamarla Devana
Y así sin demasiado deprisa, ni demasiado despacio
se fue cultivando una conexión entre ambas
A medida que las fases lunares iban pasando
la preparaba para elegir lo que realmente para la subsistencia importaba
A entender que la libertad que habitaba en su interior desde que nació
no era negociable
A hacer inventario con lo que en verdad merecía la pena
O lo que no, desecharlo
A conocer las raices creadas por sus ancestros
Y reconocer las que sujetaban
Las que al no estar profundas, las inclemencias del tiempo arrancaba
O las que por su capacidad por prosperar bajo el flujo de luna llena, resaltaban
A que recordara dejar por escrito
Que cuando su alma abandonara su cuerpo
Abrieran puertas y ventanas, para no quedar atrapada
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