La luz balsámica del silencio aluza la escritura de los ancestros
esculpida en la corteza de los árboles viejos
El fluir liviano del ronroneo de los pensamientos
A la fruta del perdón con su aroma a quemado caramelo
Pone al descubierto el sofisma de los que se denominan a si mismos prohombres
cuándo no son más que nepotistas, histriónicos
intentando arrojar a la justicia a un pavimento polvoriento
En la luz balsámica del silencio
viaja el lenguaje sonoro de la esperanza y el duelo
Está envuelto el grito de la memoria para que traspase fronteras
y sirva para las generaciones venideras
y no se convierta en arena del desierto
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