Y una vez allí separa a los que cantan a la luna su inmensa pena y al mar a reflejar niegan por ser respetuosos con su condición, religión e intimidad
A los humildes que guardan silencio, a los dañinos que al corazón cicatrices a la luz deja
A los tiernos esculpidos de ternura y amor rosa y azul, que hacen cantar y danzar con gracia a la piel por las noches y las mañanas.
A los que sin pretenderlo al Amor compusieron versos, sin tener ningún Dios, ni pacto ni juramento.
Aunque al final quedaran en nada de nada por ser solo una mascarada sin misterio, ni ganas ni fundamento.
A los que jamás por su ilógica había comprendido ni comprende, por no hallar de estos de su vuelo la causa, la razón ni el por que.
A los que al alma nutren y fortalecen, que con educación no dejan a la rutina, al odio ni al rencor en su morada incorsuniar.
A los dulces como la miel. A los frágiles como el cristal.
A los sencillos que de modo inesperado fijaron en los calendarios fechas sin avisar, imposibles de olvidar.
A los que dejan en el alma enorme desconsuelo sin ganas de comentar
En su inquieta noche de insomnio, invocaba a las musas para que en texto sus recuerdos sin oración ni consternación la dejaran expresar, poniendo como testigo al reloj de cucu con su rutinario tic tac
Para que ellos no se internaran en perdidos parajes, para que el mañana no fuera igual que al hoy con su mala suerte detrás.
Para que la voz de ellos de sus experiencias pudiera testificar
Para que pudieran ser traducidos en mil lenguas y no quedaran extraviados e inertes en el desván
Para los que no fueron queridos ni comprendidos, pudieran juglares construirles sin compromiso canciones.
Canciones que sin drama construyan un escudo en torno a ellos con su aroma y caligrafía. Con su método de amar tan particular e inusual
ozna-ozna
