Aquella noche interminable
observaba el velo de tristeza
que al corazón de él oscurecía
Su sonrisa velada
su sensiblidad oculta
tras su rostro inflexible
A una nueva piel ausente de esperanza
que cual larva, hacía amago
de absorberle por completo, dejándolo vacío
Produciendo en ella un sinfín de sentimientos
al tener conciencia de el pesar de él, que estremecía
Haciéndola ansiar tener una formula
una sustancia, un bálsamo
que rescatara de las sombras
el aroma de los latidos
de su anterior esencia
y no fuera a morar a la guarida del olvido
Una enmarañada tela de araña
en torno a sus cuerpos se cernía
haciendo que la magia y la ilusión
se mudaran en un puzzle incompleto
donde las piezas no encajaban, ni tenían ningún sentido
En un mar de dudas ella se preguntaba
Quien maneja los hilos del Amor
Quien los tensa, quien los corta, quien los hila
La luz matutina por la ventana comenzó a derramarse
poniendo fin a aquella noche interminable
poniendo fin a aquella noche interminable