Hundido en el fondo del sillón
su pálido rostro mostraba
síntomas de fatiga
Quizás aflorada por el subconsciente
sin conscientemente, llegar a percibirla
Una lampara encendida encima de la mesita
proyectaba detrás de él
la sombra alargada del egoísmo
que provisto de un gran ojo, le vigilaba
que abrazaba su cuerpo, con brazos invisibles
Cuan imposible calcular el daño
que este le había causado a su presente y pasado
al privarlo sin miramientos de libertad
para escoger por él mismo su camino
Por volverlo ciego al doble filo
de aquel cariño egoísta
de aquel cariño egoísta
con manifiestos de represión
Que sus actos se regían de acuerdo
a su emocional y funcional beneficio
Que él jamás llegó a cuestionar
y como natural lo aceptó desde niño
Envuelto en silencio y soledad
con las lágrimas recorriendo sus mejillas
se quedó dormido.
Las mariposas nocturnas que velaban su sueño
clamaban a la luna, que él al despertar
se diera cuenta que había sido, y era víctima
del ávido mordisco, de aquel cariño egoísta
Y así se liberara para siempre
de aquel impuesto designio
de aquel impuesto designio