Las diapositivas entraban sin hacer ruido en mi retina
En cada diapositiva estaba capturada
Su mirada soñadora, su sonrisa amable
Su calma. su curiosidad por el saber
Haciéndome sentir transportada
Al mundo de la historia de aquella mujer
Desbordándome el corazón
Pasé la mano por los ojos
Costándome un gran esfuerzo
Darme cuenta que no la volvería a ver
Ni mañana, ni pasado mañana, para tomar un té.
La dama de negro, con su intransigente ley
Y su frialdad sorprendente
Había vencido otra vez
En memoria de mi amiga Margaret